martes, 24 de mayo de 2011

Lo que no vio del "tappone" de Mikel Nieve


LA victoria de Mikel Nieve en Val di Fassa en la tercera entrega dolomítica del Giro 2011 pasará a la historia como una de las más duras de la historia. Hubo pequeños detalles que sumados forjaron una gran victoria.
Kilo y medio menos. Mikel Nieve estuvo sobre la bici siete horas y veintisiete minutos en los que recorrió 229 kilómetros. La función de altímetro de su pulsómetro registró al final de la etapa más de 6.500 metros de desnivel. En las 24 horas que pasaron entre que el leitzarra se despertó antes de afrontar la 15ª etapa y ayer día de descanso, había perdido un kilo y medio real de peso.
"Esa pérdida de peso indica que el cuerpo se ha dado una paliza grande, y tendré que recuperarlo en unos días. Por la noche no tenía muchas ganas de comer, la verdad", explica.
Por sensaciones. En un ciclismo tecnológico, con bicis de cambio eléctrico y en lo que todo está medido, Mikel Nieve terminó subiendo Val di Fassa por sensaciones. "Llevaba el pulsómetro, pero sólo en la función de cuentakilómetros. Lo único que miraba era la altitud. La cifra de 6.500 metros asusta. En toda mi vida el desnivel más grande nunca había superado los 4.000 metros. Fue una burrada", dice.
Enorme fue la altimetría, enormes las diferencias. De Nieve al último clasificado, Mathew Wilson hubo 45 minutos.
El poder de la mente. Nieve ganó en Val di Fassa porque fue el más fuerte, pero también porque tuvo la mejor cabeza. Garzelli le dejó en el Passo Giau con 43 segundos en la cima del Giau, 1:35 en el descenso, 1:15 en la Marmolada... y no consiguió cazarle hasta que faltaban 8 kilómetros. Fue una persecución de casi 100 kilómetros. "En Giau Garzelli tenía un ritmo que le podía seguir, pero con peligro de reventar, no era mi ritmo. Yo me convencí de que si daba todo lo que tenía y llegaba con alguna fuerza al último puerto le podía coger, y tener alguna opción. Y así fue", explica. "En lo único que pensaba era en llegar, era lo que me repetía a mí mismo: llegar, llegar. Y buscaba pancartas de cuánto faltaba".
Comer-beber. A Nieve no pararon de animarle, pasarle referencias y, sobre todo, recordarle que comiera y bebiera. "En un día así si no comes y bebes estás muerto. No sé si comí alguna barrita, pero sí geles de glucosa y alimento líquido a pocos, cada vez que me acordaba. Si no llego a cuidar eso no llego a meta", explicaba. "Y aún así llegué al límite.
Frío en el podio. Nieve coincidió en el podio con Contador. Antes de recibir un pequeño maillot encuadrado y una placa conmemorativa de plata -los trofeos del ganador- se sentó un buen rato. Estaba vacío. "Me entró el frío, tardé en recuperarme. Luego en el podio me acordé de todos los que me han apoyado", recuerda.
Sin masaje. Nieve no pudo culminar un palizón como el del domingo con toda la recuperación deseada. "Llegamos muy tarde al hotel, y no hubo tiempo para el masaje". Nieve se dio una ducha y directamente se fue a cenar. "Pasta y carne. Aquí no cambia el menú, comí lo de siempre", recuerda.

Los mensajes y la crono de hoy

Mikel Nieve recibió cientos de mensajes tras su victoria en Val di Fassa. De sus amigos, de la cuadrilla que le sigue en Leitza, de Oinatz Bengoetxea... Su momento más bonito fue cuando pudo hablar con su casa. "Les llamé cuando bajábamos, estuvimos hablando un rato y fue muy bonito", explicaba.
Pero el Giro no se ha terminado para Mikel Nieve. Queda una semana de Giro, con una cronoescalada de 12,7 kilómetros hoy a Navegal, donde tendrá que defender su quinto puesto en la general. "Hay que ver cómo recupero del esfuerzo. Hoy me noto un palizón tremendo, pero físicamente estoy bien, recupero bien, y la victoria me ha dado mucha moral. Me gustaría conservar esta buena posición".

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