martes, 10 de mayo de 2011

Los sueños de Wouter Weylandt


Wouter Weyland era joven (26 años), y aún mantenía intactos las ilusiones y los sueños que le llevaron a ser ciclista profesional. Habiendo nacido en Gante, en cierta forma estaba predestinado a ser ciclista, dado que es el epicentro del gran ciclismo de las clásicas. En ellas había destacado desde muy joven. Había ganado el Tour de Flandes para corredores Sub-23 y también había subido al podium de la París-Roubaix y el G.P. Harelbeke de la misma categoría. En el verano de 2004, con tan sólo 19 años, se ganó un hueco en el todopoderoso Quick-Step de Tom Boonen y para él ha trabajado hasta ese año.
Conjugaba la labor de gregario del gran Boonen con otras actuaciones que llevaban a pensar que algún día él también podría ser aquello que apuntaba desde la categoría Amateur, un gran clasicómano que podría ser el relevo de su compañero de equipo. Había logrado el tercer puesto en la gran clásica Gante-Wevelgen, o ganar una etapa en la Vuelta a España en su estreno en grandes vueltas, u otra en el Giro del año pasado. Tenía algo, estaba abriéndose camino en el dificilísimo camino de la élite y por eso fichó por el Leopard-Trek, para seguir aprendiendo al lado de otro gran clasicómano, Fabián Cancellara, y a la vez curtirse con responsabilidades mayores. Ese era su sueño, convertirse en un gran campeón.
Hoy todo ha quedado en nada. Bajando el puerto Passo del Brocco, camino de Rapallo, meta de la 3ª etapa del Giro de Italia, se ha chocado contra un muro y ha fallecido a consecuencia de las heridas que le ha producido el tremendo golpe. Más que por su palmarés quedará en el recuerdo como una persona de una humanidad extraordinaria, tal y como ha quedado de manifiesto en las redes sociales por las muestras de condolencia que han profesado muchísimos corredores del pelotón.
Weyland pertenece ahora al mundo de los sueños. Descanse en paz.

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