martes, 3 de mayo de 2011

lokomotiv ruso


El nombre de un río sobresale en el mapa del ciclismo europeo sub-23. Cada mes de mayo, el Bidasoa se convierte en un lugar de pesca apetecible para algunas de las mejores formaciones del continente. Desde aquel pulso personal que libraron Guillermo Lana y Beñat Intxausti (ambos ya profesionales) en 2006, la ronda bidasotarra ha tenido vencedor extranjero.
Salvatore Mancuso (Unidelta) y Andrey Amador (Lizarte) ganaron en 2007 y 2008, respectivamente. Un año más tarde, un ejército de atletas curtidos en la cultura del sufrimiento llamado Lokomotiv decidió monopolizar las capturas. Dimitry Ignatiev abrió en 2009 una veda que permanecía cerrada para la disciplina rusa desde el triunfo de Oleg Rodinov en 2002.
El año pasado Sergey Shilov siguió los pasos de su compatriota y mañana siete figuras prematuras forjadas en la Europa del este se presentarán a la línea de salida de Irun dispuestos a prolongar la dictadura rusa.
Eugeny Shalunov, de 19 años, ya deslumbró al pelotón euskaldun en el Memorial Valenciaga culminando una fuga de 120 kilómetros. También ha ganado este año el Gran Premio Macario, valedero para la Copa de España. En la prueba madrileña le siguieron, además, Artur Ershov, Sergey Beiykh y Kirill Sveshnikov, otros tres candidatos al amarillo en carreteras guipuzcoanas. Un cuarto, Sergey Chermetsky, fue sexto en la Vuelta del año pasado trabajando para su jefe de filas.
Caja Rural, la alternativa
De entre el resto de equipos se espera que sea el Caja Rural navarro el que mayor oposición presente al dominio ruso. Ha dominado con autoridad el calendario sub-23 euskaldun en lo que va de temporada y presenta un bloque con varios corredores capaces de disputar la general.
Su director, Jaime Garzón, confiesa que «venimos con el claro objetivo de luchar para ganar la general y creo que traemos un grupo de garantías con ciclistas acostumbrados a disputar carreras». El técnico señala así que «somos los primeros interesados en que salga una carrera loca. Si estamos delante, que es donde nos corresponde, nos beneficiará».
La montaña volverá a ser el principal argumento de la carrera con Jaizkibel a diez de meta el segundo día, la llegada a San Marcial el tercero y la ya tradicional trilogía Aritxulegi-Agiña-Erlaitz la última etapa. Sin embargo, todos los directores temen lo que pueda ocurrir mañana entre Irun y Hendaia.
Serán 125 kilómetros donde Gurutze y Meagas figuran como únicas dificultades montañosas. Las otras, las que tienen que ver con el látigo, el bombardeo de ataques y los cortes imprevisibles, serán constantes. Es la jornada donde se enfundó el amarillo el último ganador de la Vuelta, mientras que el campeón de hace dos años fue segundo el primer día.
Entre los equipos guipuzcoanos, el Debabarrena parece el que más opciones puede tener de aspirar al podio. En lo que va de año, Aitor González, ermuarra nacido en Eibar, ha estado con los mejores cuando la carretera se ha empinado. Junto a Sergio Ruiz, formará un tándem ilusionante para una formación modesta.
Bidelan-Kirolgi tiene sus esperanzas depositadas en la etapa de mañana con Carlos Íscar, quinto y segundo en dos etapas de los Tres Días de Alava. Haritz Orbe se perfila como el hombre fuerte de la general. Sin embargo, llegará inmerso en plena época de exámenes.
Y es que al margen de la clasificación oficial, habrá otras muchas que dependerán de la capacidad de los corredores locales para convivir con la exigencia de una carrera de nivel a pesar de no compartir las condiciones de los favoritos. Una oportunidad para ellos. Un lujo.

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