viernes, 27 de mayo de 2011

«Todavía veo en el Giro a gente que corrió conmigo»


«¿Si siento añoranza del ciclismo? No, pero sí lo echo en falta cuando sigo el Giro por televisión y veo a gente de mi época, con los que corrí, que continúan en activo y en la misma carrera. Corredores como Garzelli, Di Luca, Andrea Noé, Carlos Sastre o Pablo Lastras».
Una Osa, el menor de los dos hermanos de Itziar que cubrieron una época importante del ciclismo guipuzcoano, tiene 35 años y le sorprende «los años que aguantan muchos corredores en activo. Cuando yo corría se pensaba que a los 33 o 34 ya estabas para retirarte. Ahora nadie se retira a los 33».
En 2006 cubrió su última temporada como ciclista profesional en el Liberty de Manuel Saiz después de padecer la Operación Puerto, una chapuza de envergadura que dejó a muchos profesionales marcados a pesar de no haber recibido nunca una sanción.
Tuvo que abandonar la competición muy joven: «Estuve un año sin hacer nada. Luego me puse a trabajar como comercial industrial. ¿La bicicleta? Sólo la utilizo el fin de semana. Suelo hacer 100 kilómetros, o más». No le gusta participar en marchas cicloturistas: «Hice dos Quebrantahuesos para ayudar a unos amigos, pero nada más».
En 2011 se cumplen diez años del Giro de Italia en el que finalizó tercero, por detrás de Gilberto Simoni y Abraham Olano. Fue el Giro de la redada de San Remo por parte de la Policía italiana, que no afectó a ninguno de los equipos españoles participantes en la prueba.
«En aquel Giro, Montevergine, como este año, fue la primera referencia que había en montaña. Hice un prólogo desastroso y el líder del equipo era Piepoli. Me encontré con Eusebio (Unzue) en el pasillo del hotel y hablamos. Me dijo que había hecho un prólogo muy malo, que era verdad, y que Piepoli disputaría la general y yo iría a por una etapa».
No se quedó muy conforme con esa explicación y le pidió algo de libertad: «Le dije que me dejase libre hasta Montevergine, que era la quinta etapa. Piepoli hizo segundo y yo arranqué en la última curva. Al final, los dos fuimos a por la general».
Pasó por puertos que son historia del Giro como Pordoi y Marmolada, en los que «Simoni y el méxicano Cuapio me reventaron. No había forma de seguirles. Lo intentaba y me fundían».
Suprimieron una etapa con final en subida a falta de tres días para llegar a Milán. Le beneficiaba: «A Olano igual hubiera podido adelantarle, pero de ahí no pasábamos ninguno de los dos. Simoni tenía ganado el Giro. De todas formas, en veinte etapas la carrera te pone en su sitio».
Subió la Finestre, «que me pareció más largo que duro. La carretera estaba sin asfaltar». Sigue de representante, pero ahora trabaja para Cafés Aitona, donde ha encontrado un gran grupo humano. Está siguiendo el Giro al detalle.
«Pensaba que ganaría Contador, pero no que fuese tan superior a los demás. Coincidí con él en Liberty. Era su primer año. Para mí, está al nivel de Indurain o Armstrong, aunque es distinto corredor. El único que se le acerca algo es Andy Schleck. Lo demás, en subida, no hay quien pueda con él. Es muy superior». Lo ve no sólo como un escalador, «sino como un corredor muy completo que sube, que contrarrelojea y que se mueve muy bien en carrera. También Igor Anton me gusta mucho. Coincidí con él en 2005 y ya entonces se le veían detalles muy buenos».

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